Acompañar a su sobrina de diecisiete años no era la idea que Joanna tenía de unas vacaciones, y su malestar aumentó al conocer a Richard Marlow. Él escogió a Becky para estrella de su película, y Joanna, por su anterior experiencia con actores, sabía que no debía dejarse engañar por las emociones superficiales que éstos provocaban.
Pero no estaba preparada para su reacción ante Richard, su apariencia varonil, su temperamento explosivo, pero más que todo, su sentido del humor, tan a tono con el de ella, la fascinaron.